Septiembre marca un nuevo comienzo. Vuelve la energía, los días empiezan a ser más largos, el solcito asoma más seguido, y poco a poco nos acercamos al verano. Y es casi inevitable en esta época no pensar en todo lo que deberíamos hacer para ponernos “a punto” en estos pocos meses para llegar al verano. La lucha por alcanzar ese ideal de cuerpo que vemos repetido en redes, revistas y publicidades, se hace más intensa, más desgastante y más peligrosa.
El mito del “cuerpo de verano”

Durante años se nos impuso que el verano es una especie de examen en el que debemos mostrar un cuerpo “perfecto”, que se vea “saludable” que “no sobre, pero tampoco falte”, que se vea natural, pero no demasiado… un cuerpo de verano.
Desde Inner creemos que el bienestar no tiene fecha de inicio ni de final, y que ningún cuerpo debería ser motivo de comparación ni exigencia. El “cuerpo de verano” es un mito que solo genera frustración y desconexión con nuestra salud real, con el bienestar integral.
Te diga que necesitas para un cuerpo de verano? Necesitas tener un cuerpo, y necesitas que sea verano. Ya está. Todos lo demás sobra.
Liberarnos de esa presión estética es clave para enfocarnos en lo verdaderamente importante: sentirnos bien y ser capaces de disfrutar (todo el año), y mientras tanto seguiremos trabajando para conseguir ese equilibrio entre el bienestar fisiológico, la salud mental y el compartir con otras, eso es un cuerpo saludable todo el año.
Porque si hablamos de salud no debemos obviar su propia definición, descrita por la OMS ya desde 1948, donde define salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social…” es decir que, si cambiamos el objetivo de conseguir un cuerpo de verano por uno saludable de verdad, viéndolo de una forma integral donde se tenga en cuenta también la salud mental y la social.
Hábitos sostenibles que marcan la diferencia

Ahora que ya nos pusimos de acuerdo en sacar el foco de como se ve tu cuerpo, en lugar de intentar cambios drásticos y poco realistas en pocos meses, sería ideal trabajar en adoptar hábitos sostenibles que acompañen tu vida todo el año.
Lo siempre repetimos son una alimentación equilibrada y consciente: incluyendo muchos vegetales, proteínas de calidad, grasas saludables y suficiente cantidad de agua. Básico, todos lo sabemos en teoría, pero luego llevarlo a la práctica a veces cuesta más de lo que parece.
Para esta época en particular, podrías apoyarte en alimentos que tengan un “efecto detox”, que no es más favorecer la función renal, hepática y digestiva, ayudando a que tu propio cuerpo pueda encargarse de depurar y eliminar correctamente los residuos y líquidos retenidos.
Para esto, infusiones como el té verde o diente de león pueden apoyar a la digestión y la eliminación de líquidos de manera natural. Vegetales como la alcachofa, el pepino y el apio son conocidos por su efecto diurético y su aporte de fibra, mientras que el jengibre y la cúrcuma favorecen la digestión, circulación, además de tener un efecto antiinflamatorio.
Si vas a incluir alguno de estos alimentos, intenta que sea en un formato que te resulte cómodo, ya que es fundamental que puedas repetirlo diariamente. No harán magia, pero si su uso es sostenido dia tras dia, sentirás sus beneficios.

Por otro lado, el movimiento regular también es clave. Si puede ser algo que disfrutes con otros, entonces será beneficioso para la salud física, social y mental. El desafío está en encontrar una actividad que te guste, y puedas ver como una forma de autocuidado y no como un castigo.
No es necesario hacer rutinas intensas, sino que los pequeños cambios de la vida cotidiana marcan la diferencia cuando se hacen de manera constante. Por ejemplo trasladarte más caminando, bajarte un par de paradas antes o estacionar en un lugar estratégico para poder caminar, ir por las escaleras en lugar del ascensor, moverte de manera consiente cuando hacer las tareas de la casa. Parecen cambios sutiles, pero créeme que hacen la diferencia.
Si logras que el movimiento forme parte de tu vida de manera natural y placentera, será mucho más fácil mantenerlo. En lo personal me gusta caminar mientras escucho una música, un podcast, o mientras llamo a una amiga. Es una forma de convertir ese momento en un espacio de mayor disfrute.

Por último pero no menos importante, procurar un buen descanso y manejo del estrés, que permitan que el cuerpo se recupere, los tejidos se regeneren y que la mente desconecte para mantenerse equilibrada. Esto no solo significa dormir bien, sino encontrar momentos de relajación, ya sea dedicando unos momentos a respirar de forma consciente, meditar, o haciendo actividades de autocuidado como leer, pintar o escribir un diario.
Agregarlo a tu rutina diaria te ayudará a mejorar la gestión del estrés y bajar la ansiedad, con consecuencias positivas en tu ánimo, tu relación con la comida, con tu cuerpo y a este nuevo objetivo de estar más saludable.
El apoyo de la suplementación

No podíamos dejar de nombrar los suplementos, no como un “atajo” ni una solución rápida, pero sí como un apoyo valioso cuando buscamos cuidar nuestro bienestar de forma integral.
Puntualmente para la llegada del verano, puede ser beneficioso incluir antioxidantes que ayuden a proteger la piel frente al estrés oxidativo del sol y la contaminación, y colágeno con ácido hialurónico y vitamina C para favorecer la elasticidad y firmeza de la piel.
Recuerda que el verano es solo una estación más para disfrutar, y aunque no podemos cambiar lo que digan desde fuera, si podemos cambiar a qué le ponemos valor. Podemos elegir comenzar una dieta mágica de “21 días” o podemos aprovechar el empujón para crear pequeños hábitos en los que podamos ser constantes. Podemos entrenar sin descanso estos próximos 3 meses, o movernos de forma consciente respetando nuestros procesos.
Todo cambia cuando cambias el foco, porque tu salud se construye todo el año, y tu cuerpo, tal como es, ya es un cuerpo de verano. Disfruta septiembre, y nos reencontramos en la próxima entrada.
Victoria.